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Tres mil años antes de nuestra era, la medicina tradicional china afirmaba que el sufrimiento y otras emociones eran, o bien la raíz de un problema de salud o bien un factor contribuyente. Incluían algunas emociones junto a otros factores (constitución, hábitos, alimentación) como causantes de la enfermedad.

¿Inciden las emociones en la salud?

La ciencia, especialmente en los últimos años, ha dado claros ejemplos de que ante una emoción el organismo responde. Se ha demostrado que las emociones pueden alterar el equilibrio neuro-hormonal y afectar a la respuesta inmunológica de la persona.

Hans Seyle (1907-1982), fisiólogo y médico austrohúngaro, expuso que la enfermedad se produce debido a la inadaptación del organismo a múltiples factores estresantes. El origen de este estrés puede ser tanto físico como químico, mental, emocional o espiritual.

 

Más adelante Candace B. Pert (1946-2013), neurocientífica y farmacóloga, demostró que cada emoción activa la producción de diferentes tipos de neuropéptidos que se unen de forma selectiva, como una llave a su cerradura, a ciertas membranas celulares produciendo alteraciones bioquímicas en el interior de la célula.

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La milenaria medicina china habla además de una vía “reversible”, en el sentido de que no sólo un estado mental o emocional puede estimular o suprimir la función energética de un órgano, sino que la condición energética de ese órgano puede afectar al estado emocional y mental de la persona. Por ejemplo, una persona con un corazón débil, puede ser más vulnerable al estrés o estados de excitabilidad, que una persona con un corazón sano. Esta reversibilidad guarda cierta analogía con la teoría de las emociones desarrollada por los investigadores James y Lange quienes a principios del siglo XX defendieron que las emociones surgen como resultado de cambios fisiológicos más que ser su causa.

Las emociones en Oriente y Occidente

A pesar de que la visión occidental, por varias razones ha tendido a separar lo físico de lo emocional, especialmente desde el siglo XVIII, Oriente y Occidente , por diferentes vías y en diferentes épocas, están de acuerdo en que mente y cuerpo no funcionan por separado.

Para la Medicina Tradicional China existen tres aspectos muy importantes relacionados con  la  salud :
  • Equilibrio (expresado en los conceptos Yin y Yang)
  • Circulación rítmica (de Qi, sangre y líquidos corporales)
  • Cantidad de energía (tanto la innata como la adquirida a través, esta última, de la respiración y la alimentación)
Una anomalía en cualquiera de estos tres aspectos desembocaría en un trastorno orgánico que puede llevar a un trastorno emocional. Inversamente, un trastorno emocional o “fuerzas que alteran la dirección adecuada de la energía” puede perturbar cualquiera de estos tres aspectos, por ello hablamos de “desequilibrios” o “desarmonías “que  generan enfermedad.

Por explicarlo de una forma sencilla, para la Medicina Tradicional China, al no existir una separación entre lo físico y lo mental, cuando una emoción “nociva” se instala en nuestro organismo, este va a luchar con todas sus fuerzas para restaurar el equilibrio y la homeostasis, reparando el desequilibrio que dicha emoción está produciendo. Esto hará que nuestro organismo se concentre en restaurar el debilitamiento que esta emoción produce y no pueda atender de forma normal y natural a sus funciones. Si esto se prolonga en el tiempo, al final se producirá el debilitamiento físico y la enfermedad.

Los antiguos sabios orientales no conocían las reacciones químicas, no disponían de microscopios ni de herramientas de laboratorio y de diagnóstico tan avanzadas y sofisticadas como las actuales, pero nunca concibieron a la persona en dos partes. Por ello su medicina es la medicina del “Ser Humano”, donde, para entender y tratar los síntomas, hay que tener en cuenta la historia propia de la persona.

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